Cuando se empezó el proyecto de Santa Justa, la zona elegida para la nueva estación central permanecía prácticamente sin urbanizar.

La estación debe actuar como desencadenante de la reconversión de toda esta zona en un área con intensa actividad urbana. Se propone además su funcionamiento como nudo de intercambio de transportes a través de la construcción de una estación de autobuses a largo recorrido, un aparcamiento público y la conexión con las nuevas paradas del metro.

Se consideró necesario realizar la ordenación completa de la gran manzana. Una edificación de cuatro plantas de altura y profundidad media de 20 metros ocuparía casi la totalidad del perímetro y garantizara un ámbito urbano adecuado y sensiblemente homogéneo.

Las piezas paralelas al volumen de la estación están ritmadas con paso regular, por unos patios que permiten la percepción parcial del perfil lateral de la estación y sirven, también, de acceso principal.

Se generan, así, unos bloques de 56 metros de largo con cubierta continúa a la misma cota: la planta baja está ocupada por espacios comerciales, las 3 plantas superiores por viviendas y oficinas. A las viviendas se accede desde la calle mientras a las oficinas, que dan hacia la estación, se accede desde los patios. La torre de oficinas con una altura de 70 metros marca la entrada principal a la estación. El hotel permite a través de un gran hueco central la vista de la portada principal de la estación. La estación de autobuses a largo recorrido se compone de dos plantas y puede acoger hasta 64 autobuses. Los aparcamientos públicos se desarrollan en 4 plantas más una destinada solo a los alquileres de coches.  Unas franjas verdes conectan norte y sur de la zona y acaban en el parque donde se prevé cubrir las vías que actualmente se encuentran visibles.