Proponemos un viaje en el tiempo capaz de generar diversas emociones en los visitantes. Recreamos un espacio majestuoso en sus materiales y proporciones, que evoca las sensaciones que proporcionaban las iglesias visigodas en su imponente solidez e íntimas proporciones.

La museografía gira en torno a la recreación de una iglesia visigoda, corazón del recorrido. Ésta y su atrio son la columna vertebral de la exposición: las secciones se abren como costillas en sus laterales, a modo de capillas de la iglesia. Las piezas más grandes que requieran luz natural se sitúan en las paredes laterales. Las naves laterales actúan como corredores que conectan las secciones entre sí: el visitante siempre vuelve a la recreación antes de visitar otra sección. El atrio sirve de punto de referencia. Se integra perfectamente en la iglesia, pero lo tratamos con materiales modernos: una caja traslúcida que sirve como lugar de descanso y reflexión. Las proporciones del conjunto evocan un edificio de culto. El espacio libre, de unos 12 m de altura, permite a la museografía jugar con escenografías que provocan distintas emociones en el visitante. Proponemos una recreación moderna y abstracta de la iglesia. Aplicamos colores claros que contrastan con los módulos expositivos: una serie de estructuras deconstruidas que permiten apreciar las proporciones de la iglesia. Juegos de gobos de colores y de luces (artificiales y naturales) refuerzan la ambientación de la iglesia.

El nuevo edificio del Museo Nacional de Arte Romano debe necesariamente entenderse como una pieza más del conjunto actualmente integrado por el Teatro, el Anfiteatro y el actual edificio del Museo. Este último, proyectado por Rafael Moneo, es un edificio de la máxima importancia dentro de la reciente historia de la arquitectura no solo española sino incluso internacional. Supuso en su momento una enorme aportación a la cultura arquitectónica con la recuperación de la importancia de la construcción en el carácter de un edificio. No está por tanto fuera de lugar en este caso que el nuevo edificio del Museo Nacional de Arte Romano comparta con el existente algunas características. Una arquitectura masiva y donde la presencia de los sistemas constructivos y de los materiales adquiere una importancia primordial.

La gran sala de exposiciones 40 x 25m con iluminación natural cenital y una gran altura libre ocupa el centro del edificio organizándose alrededor de ella el resto de los usos, con la siguiente organización:

-Fachada noroeste, la más próxima al conjunto monumental, alberga la entrada de visitantes y toda la zona abierta sin colecciones.

-Fachada suroeste: zona de almacenes.

-Fachada sureste: accesos de materiales y zonas de restauración.

-Fachada noreste: zona interna sin colecciones, acceso de personal y de servicio para la cafetería.